El turismo es caracterizado por ser una actividad que proporciona una experiencia en la que los viajeros se enriquecen tanto personal como culturalmente. Los principales diversificadores de destinos turísticos, que son capaces de influenciar la preferencia y la compra de los viajeros son el patrimonio cultural, los hábitos de los residentes y la gastronomía típica de la zona. La gastronomía se está convirtiendo en un factor importante de diversificación y como una herramienta que es usada para dar una marca a un territorio, país, y cultura (en Hernández, Di Clemente, Lopez-Guzmán. 2015).
Entre los excentricismos de la comida local se desarrollan rutas en las cuales es incluida la gastronomía y los productos locales como una de las principales estrategias de promoción de un destino. La gastronomía está tomando un papel dentro de la cultura local y como expresión del patrimonio histórico y cultural de un territorio en específico. Kivela y Crotts (2006) afirman que la gastronomía es una actividad compleja en la cual se sientan raíces de la cultura y civilizaciones antiguas. Por otro lado, Según Schlüter (2009) el turismo gastronómico es una actividad turística en la que son partícipes las personas que eligen un destino para visitar y cuya elección se ve influenciada por motivos culinarios (en Hernández, Di Clemente, Lopez-Guzmán. 2015)
Desde otro punto de vista, Millán et al. (2010), señalan que el turismo gastronómico es considerado como aquel realizado por personas que visitan lugares bajo la única motivación de disfrutar la gastronomía. El turismo gastronómico termina siendo una de las mejores expresiones de la sociedad postindustrial, donde el oler y degustar se convierte en una actividad experiencial, cuya finalidad es otorgar una experiencia que pueda ser vivida a través de bebidas y comida (Leal, 2006).
Frente a lo anterior, se puede señalar que la cultura va de la mano con la religión y otros factores sociodemográficos (Kivela y Crotts, 2006; Lee y Crompton, 1992). Así, la cultura moldea y determina la historia culinaria de un pueblo y/o civilización, la define y se convierte en algo tangible y placentero, lo que hace que la gastronomía mueva categorías de viajeros más amplias (Acevin, 2012; Fox, 2007; Segittur, 2010).
Asimismo, el turismo gastronómico identifica el arte culinario como un factor determinante en el éxito turístico de un destino, entregando beneficios que proceden de una identidad culinaria consolidada y estructurada para los turistas (Belisle, 1983; Faulkner et al., 1999;Fox, 2007; Kivela y Crotts, 2006; Ramos et al., 2004;Reynolds, 1993). Se puede afirmar que la gastronomía típica de un destino es el producto final de la mezcla entre cultura histórica y social, esta puede estar modificada ante las costumbres alimentarias internacionales, o bien, mantenerse original y diferente al resto de gastronomías. Molz (2007) afirma que el turismo gastronómico es una exploración que lleva a conocer nuevos lugares y hábitos. Finalmente, quedamos con la idea de que el turismo gastronómico lleva consigo varios factores que influyen en él. Cómo y por qué los viajeros se sienten atraídos por la diversidad y el arte culinario que las distintas culturas poseen, no se puede determinar una razón específica de ello es este fenómeno que provoca intriga y ansias por conocer nuevas culturas, lo que favorece al conocimiento de diferentes realidades, recetas y tradiciones que se mantienen hasta hoy en día. (Hernández, J. Di Clemente, E. López-Guzmán, T (2015). El Turismo Gastronómico como experiencia cultural. El caso práctico de la ciudad de Cáceres (España). Dialnet).