Editorial

La base fundamental para el mantenimiento y desarrollo de la vida es el agua, la cual sustenta los ecosistemas y a la humanidad. De hecho, todos los asentamientos humanos a lo largo del tiempo se han desarrollado cerca de fuentes de donde existe agua (Bórquez, Larraín, Polanco y Urquidi, 2006).

Los glaciares son la fuente de reserva de agua dulce más importante del país, siendo estos, junto con los polos, los que contienen almacenado aproximadamente el 77% del agua dulce del mundo. Chile alberga el 4% de los glaciares del mundo y el 80% de los de Latinoamérica, localizados, mayormente, en el sector sureño de la Patagonia (unos pocos están dentro de parques nacionales, pero el resto está desprotegido en regiones más centrales), por lo cual son de vital importancia para la sobrevivencia de los ecosistemas, sobre todo en épocas secas, ya que proveen de aproximadamente un 60% del agua dulce que llega hasta las zonas. se ven afectados negativamente por la industria minera, no obstante, existen propuestas de leyes de protección para estos que se deberían implementar, tomando en cuenta todos los factores económicos que esto llevaría (Casassa, 2019; Bórquez et al., 2006).

Los glaciares se están derritiendo a una velocidad elevada y, sumándole todos los efectos del ser humano, ésta sigue aumentando. El derretimiento de los glaciares causa un efecto negativo en el medio ambiente, dentro de los cuales están las sequías, aumento del nivel del mar, aumento de la temperatura, y de la aceleración de la velocidad a la que se derriten los glaciares. Es más, dentro de menos de dos décadas algunos glaciares habrán desaparecido, mientras que el volumen total de todos los glaciares de Chile se habrá reducido a la mitad para fines de siglo (Casassa, 2019; Bórquez et al., 2006).

Una de las causas más importantes del derretimiento de glaciares es la minería. La construcción de vías, instalación de diversas plataformas de perforación y los desechos depositados sobre el hielo, más el polvo que producen los camiones y las explosiones y vibraciones aceleran el derretimiento del hielo, y esto es aún peor cuando se realiza muy cerca de un glaciar, ya que puede llevar incluso a que se desprendan trozos de hielo. Además de los desechos que genera la minería, ésta consume mucha agua para la producción de cobre, y parte de ésta proviene de las mismas masas de hielo, lo que, por consiguiente, los perjudica, y lo hará aún más, puesto que el consumo de agua va en aumento, y sumándole que las instalaciones mineras se están trasladando hacia el sur para explotar más minerales, más glaciares van a resultar perjudicados.

La minería ha destruido glaciares desde 1990, agravando la desertificación y volviendo a la agricultura y a las ciudades más vulnerables frente a la crisis hídrica. Varias empresas, como CODELCO, AngloAmerican, Antofagasta Minerals, entre otras, siguen destruyendo glaciares en sus áreas, y por efecto de su expansión se prevé que van a destruir muchos más. Estas irresponsables acciones amparadas por el Estado, tienen como consecuencia la pérdida de millones de metros cúbicos de las reservas de agua dulce, que ya han sido afectadas por sequías. Desde la aprobación de Pascua Lama en 2005, los gobiernos saben perfectamente que constituye una grave falta, y están conscientes de las consecuencias de la destrucción de glaciares, siendo que nuestro país depende estrechamente de estas reservas para abastecerse (Larraín, 2020).

Los glaciares blancos o descubiertos son los que están más seguros, puesto que al estar en contacto con el aire y ser de una tonalidad clara, reflejan un mayor porcentaje de luz solar, no así los glaciares de roca, que son masas de agua congelada que yacen bajo capas de roca, los cuales, absorben más energía y calor, acelerando su derretimiento. No obstante, si una instalación minera se encuentra cerca de cualquiera de estos glaciares, sin duda va a acelerar su derretimiento

No obstante, cabe señalar que pese a lo anterior, no sería una buena opción económicamente prohibir la minería, siendo que ésta representa el 10% de su PIB y da cuenta de más de la mitad de las exportaciones del país. Sin embargo, existe una opción que lograría que la industria minera del país no descendiera, mientras que al mismo tiempo no perjudica tan gravemente a los glaciares como lo hace hoy en día la minería tradicional, la minería subterránea. Este tipo de minería se centra en la explotación de recursos debajo de la superficie de la tierra, tal como su nombre lo dice; en su mayoría esta se lleva a cabo cuando los factores ambientales o económicos no hacen posible que sea a cielo abierto. Gracias a este tipo de minería, no se levantaría tanto polvo que pudiera caer sobre los glaciares, y los desechos no quedarían en la superficie, ayudando así, a que el derretimiento de los glaciares no siga acelerando tanto (Ingeoexpert, 2019).

Así también, se puede sumar el último proyecto de ley de protección de glaciares, ingresado en el 2018 por las senadoras Isabel Allende y Ximena Órdenes junto al senador Guido Giardi. El texto contempla conceptos básicos como glaciar, el nivel de protección que se pretende entregar a cada uno, las actividades económicas, deportivas y de investigación que se permitirá desarrollar en dichas extensión de territorio y las condiciones que implica ello, entre otros. Todo esto ayudaría a conservar los glaciares y a que su derretimiento no se acelere, en un futuro no tan lejano.

Los glaciares se encuentran en un peligro constante, y si la industria minera no hace un cambio para que el derretimiento de estos no acelere, afectará de manera negativa al ecosistema. Por lo que, se deben implementar soluciones innovadoras y que mantengan la economía a flote, mientras que proteja los glaciares y el medio ambiente.